jueves, 10 de diciembre de 2009

EN LA CLASE!!!

En la clase y a lo largo del año, todo esto se expresa de diversas formas. A veces a través de
peleas o discusiones, de la competencia, de las comparaciones, del retraimiento, de la
participación activa o no en los aprendizajes... El adulto debe estar atento para observar las
conductas que los niños tienen y cuál es su significado. Para esto es necesario tener en cuenta
al niño en su totalidad, junto a su historia familiar y escolar y a su manera de andar por la vida.
De esta forma podrá usar el potencial de cada uno al servicio del grupo y de sí mismo.

El/La maestr@ ya tiene un conocimiento más cercano de cada niño. Conoce sus
habilidades y sus dificultades, su humor, su forma de relacionarse con los compañeros. Así,
aquel que tenga facilidad para las matemáticas podrá ayudar a los niños que no la tengan,
quien tenga mas habilidad para la plástica o los deportes, ayudará en esto a los demás. Cada
uno puede hacer su aporte, por más pequeño que parezca y es importante el compartirlo con el
grupo. De esta manera se favorece la aceptación del don de cada uno y se lo fortalece en su
autoestima.

En esta cultura se aprende fácilmente a valorar lo negativo, lo que falta. Ver la parte del vaso
vacía dejando de lado la llena. Se aprende a poner nombres a las diferencias que, en vez de
acercar y enriquecerse a partir de ellas, separan. De esta manera existe el mal
alumno, el buen alumno;el rápido, el lento...


Comienza a empobrecerse al ser humano al no valorarse lo que cada uno es, con lo agradable
y lo no tan agradable.

Es a partir de ese momento que cada uno aprende a valorar lo positivo y a esconder lo
sombrío. Se vive esperando cambiar, llegar a una determinada meta. No se valora lo que se
tiene y se desconoce el potencial, aquello que todavía está por ser descubierto. El asunto es
que somos lo que somos y es a partir de esta verdad que podemos hacer las transformaciones.

Primero hay que aceptarse como cada uno es, valorar la totalidad y amarse sobre todas las cosas.

Por la importancia que para el niño tiene la opinión de los adultos referentes, es importante
que el maestro revise el concepto que posee de cada niño, cómo le resuena dentro.


Liberando los prejuicios y clasificaciones que tenga, podrá ver al niño como un ser humano digno de ser amado y aceptado tal como es. Al encasillar a un niño en un determinado concepto no se hace más que detenerlo. Generalmente se ve una pequeña parte de él: aquella que está queriendo mostrar y con la cual da una pista de cómo se está conduciendo por el mundo. Pero él es eso que muestra y mucho más. Esa pequeña parte que muestra, cambia con el transcurso del
tiempo.

El docente puede estar atento para descubrirlo.

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