miércoles, 7 de abril de 2010

EMIGRAR!!!!

Si tener que dejar tu tierra, tu familia, tus amigos, tus olores y sabores, tus paisajes y costumbres es una canallada, que, encima, el país que eliges para recomenzar tu vida te rechace, ya no tiene nombre. La situación se está complicando para todos y, en especial, para nuestros inmigrantes.

Dicen las noticias que casi un millón de ellos están sufriendo el síndrome de Ulises, llamado así por el héroe mitológico perdido durante años en su camino de vuelta a Ítaca, su tierra de origen a la que se veía imposibilitado de volver. La consecuencia de este síndrome no es otra que el sentirse profundamente triste. Los motivos exógenos son bien contundentes: falta de papeles o amenaza de perderlos, falta de trabajo, falta de dinero para subsistir y enviar a los suyos, falta de estima, falta de resultados a su sacrificio migratorio, falta de sentido. La soledad, el fracaso, el miedo y la lucha por la supervivencia se dan la mano. ¿Quién con este panorama no se sentiría enloquecer? La depresión o psicosis hace, además, que las personas se queden sin capacidad para resolver, sin energía, en un estado de desaliento que no hace más que añadir desgracias a las ya existentes.


Si a esto le sumas que los españoles, muchos de los cuales las están pasando canutas, creen que los inmigrantes son demasiados y les quitan posibilidades laborales, el resultado es trágico. Gente humilde que vino aquí a trabajar y que ahora se ve mendigando la comida y la dignidad. Los inmigrantes no tienen la culpa de los desastres que nuestros políticos y banqueros han cometido, de la mala gestión y corruptela de los poderosos. Los inmigrantes, como nosotros, son seres humanos con su cultura, sus contradicciones y sueños, pero ahora están especialmente desvalidos, excluidos, atormentados. Y a los que están así hay que ayudarlos. Es una cuestión de simple humanidad. De respeto hacia uno mismo.

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